Revista Comarcal

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EDITORIAL 35

Solazados entre la despoblación y la especulación

Sin pueblos habitados la Montaña no es más que un inmenso coto de caza, quizás en lo que algunos esperan que acabemos. Pero para evitarlo no parece haber más remedio que procurar que los censos se incrementen en la medida de lo posible. Durante este verano hemos comprobado como varias parejas jóvenes han desistido de este empeño ante la imposibilidad de adquirir una vivienda a un precio razonable. Traían cierto dinero y ganas de "empufarse" razonablemente, pero no fue suficiente, lo que parece no tener mucho sentido cuando más de la mitad de las casas están vacías, deteriorándose y algunas amenazando ruina.

Ante este panorama no conocemos de ningún Ayuntamiento que haya puesto en práctica medida alguna que pudiera favorecer la implantación de nuevos vecinos.

Sin caer en medidas como las que tan famosas se han hecho en la radio y la tele de esos ayuntamientos que prácticamente regalan casa, luz, lumbre y trabajo a las familias que decidan instalarse en ese pueblo para cortar la hemorragia demográfica, existe una realidad que pone las cosas mucho más difíciles: no hay viviendas accesibles para quien decida venir a vivir a la montaña, y esto es un factor limitante de primer orden que invalida cualquier medida de desarrollo local que se intente poner a funcionar, y según pasa el tiempo, peor.

Actualmente, sólo aquellos que se ganan la vida en otro lugar pueden acometer el empeño de encontrar su hogar en la Montaña, pero normalmente eso no supone vecinos nuevos, salvo durante el verano, y eso tiene poco que ver con el medrar de un pueblo.

La especulación ha hecho presa en la Montaña y quien tiene cierto mundo sabe que es una droga difícil de dejar sin tratamiento sanitario público, por lo que se hace imprescindible la toma de medidas por las entidades competentes, los ayuntamientos.

Ver morir a la Montaña es ya bastante triste de por sí, pero verla morir sin hacer nada mientras se permite impasible que se practique el pelotazo con sus despojos va más allá de la tristeza.