Revista Comarcal
Las Juntas Vecinales de la Montaña de Riaño abandonarán el Parque Regional. Estaba visto: esto no es un parque, es un corral y no lo sabía nadie. No hay culpables, pero alguien no es inocente. Se echa la culpa a los alcaldes por dejadez, pero son inocentes. Alguien tiene que hacer ese trabajo, trabajo duro que te enfrenta a tus propios vecinos para lo bueno y para lo malo. Es lo que tiene la política, tiene sus reglas, no se puede jugar al tute con las reglas del mus. Cosas del sistema: si te gusta bien y si no te gusta, oposita.
También están las Juntas Vecinales, inocentes, una mezcla de ignorancia y alguna que otra barriga agradecida, consecuencia del desinterés general por los bienes comunales. Es como si, de repente, estos bienes no fueran de nadie. “Lo que es del común no es de ningún”, decía un viejo refrán castellano. O somos todos culpables o todos inocentes, y como cada uno es juez de sí mismo, declaración de inocencia.
¿Entonces, quién no es inocente? ¡Los ecologistas!, ‘ecologetas’, ‘pisapraos’. Ellos son los culpables, los que avisaban una vez tras otra de lo que ahora se denuncia; los que con sus propios medios, y entre improperios, llevaban a los juzgados nuestros derechos; los que denunciaban la falta del PRUG y sus consecuencias; apuntados con el dedo –y con el “rifle”–, porque atentaban contra el MANÁ de la caza, un “mal”, que pese a quien pese, tiene que ser regulado de alguna manera, porque las más de 4.000 vacas sacrificadas, terneros y potros perdidos, también tenían derechos.
